
La creatividad siempre ha sido el hilo conductor de mi vida. Como diseñadora, he tenido el privilegio de trabajar para grandes marcas en Brasil y en España, aprendiendo a mirar cada detalle con precisión y a transformar ideas en experiencias visuales llenas de significado.
Fue en la ilustración donde encontré mi voz más personal. La acuarela, el trazo, las formas orgánicas... me permiten dar vida a historias únicas con una sensibilidad que va más allá de lo estético. Esa versatilidad me acompaña en cada proyecto y me recuerda que crear es, en esencia, un acto de emoción.
Entre todos los universos creativos, la papelería de bodas ocupa un lugar especial en mi corazón. Un convite no es solo un papel: es el primer suspiro de lo que está por venir, la promesa de un día irrepetible. Ilustrar y diseñar estas piezas significa acompañar a cada pareja en uno de los capítulos más importantes de su vida.
Me entrego con alma y corazón a cada diseño. Escucho la esencia de cada pareja, sus símbolos, sus recuerdos, sus sueños. Porque sé que cuando los invitados reciben esa invitación, sienten algo especial: entienden que cada detalle también ha sido pensado para ellos. Y ese instante de emoción compartida es, para mí, la verdadera razón de lo que hago.